¿Qué son las Managed Lanes?
Las Managed Lanes son una solución necesaria de movilidad para aquellos corredores urbanos congestionados por una alta intensidad de tráfico.
En algunas zonas del mundo, especialmente en los Estados Unidos, la movilidad de vehículos tiene tanta presencia que se requieren nuevos servicios y soluciones para ayudar a mejorar su fluidez y reducir los tiempos de tránsito.
Este tipo de vía rápida facilita que parte del tráfico acceda a carriles adicionales de pago y mantengan velocidades más elevadas incluso en picos de desplazamientos. Además, abriendo estos carriles se evitan parte de los atascos que obligan a los vehículos a frenar y acelerar en trayectos de largas distancias, ayudando también a reducir las emisiones de CO2 y NOx de los motores.
¿Cómo funcionan las Managed Lanes?
Las Managed Lanes trabajan con una tecnología de identificación vehicular llamada fingerprinting que permite la identificación por matrícula de los vehículos que acceden desde sus entradas señalizadas. Los conductores no tienen que detenerse para pagar en un peaje, ni frenar durante el trayecto, ahorrando de nuevo energía.
El pago se realiza vía aplicación de móvil. Antes de acceder a la Managed Lane, el conductor puede verificar los precios —que varían en tiempo real para ajustarse a la demanda gracias a herramientas como el Dynamic Toll Setting Module—, y elegir si le interesa o no tomar el carril rápido.
Incluso conductores que no hacen uso de estas vías preferentes se benefician con ellas, ya que alivian el tráfico en la carretera principal y reducen el estrés relacionado a conducir en atascos. Esta tecnología incorpora cámaras y sensores de tráfico. La misma mantiene actualizados los precios y facilita que la velocidad media de la Managed Lanes se encuentre siempre cerca de las 75 mph (120 km/h) o que no baje de 50 mph (80 km/h). Es la llamada tecnología Toll Flow.
Algunas autopistas en las que ya se ha demostrado este uso son la LBJ (27 km) en Texas, las NTE (21,4 km) y NTE 35W (16,4) en Dallas, la I77 (41,8 km) en Carolina del Norte o la I66 (35 km) en Virginia. Todas ellas diseñadas, construidas y gestionadas por Cintra, filial de Ferrovial.