Imitando la trayectoria de un salto entre dos laderas, con la forma de un arco limpio y recto, sin más adornos que los de la física para sustentar un puente de 353 metros de longitud. En el fondo, a 150 metros de profundidad, un barranco, el de los Tilos, que da nombre a uno de los viaductos más emblemáticos de España.

El llamado Arco de los Tilos fue construido por Ferrovial dentro de las obras de la carretera C-830 entre Santa Cruz de la Palma y Puntagorda, en la isla canaria de La Palma. El viaducto se sustenta sobre un único arco de hormigón que cubre una luz de 255 metros, lo que lo convierte en uno de los más grandes de su tipo en todo el mundo.

Apoyado en las laderas, el Arco de los Tilos se impulsa y se sostiene en una relación de equilibrio aparente con todo lo que lo rodea, como un triunfo de la ingeniería humana, sobrevolando los obstáculos de la naturaleza.

Más allá del arco de hormigón emblemático, el puente se compone de una estructura de dos vigas metálicas, separadas entre sí por algo más de seis metros y colocadas sobre los pilares que se levantan encima del arco. Sobre ellas se posa el tablero, también de hormigón, de 12 metros de anchura y grosor variable.

Los tres elementos, arco, tablero y pilares, están en un equilibrio de fuerzas y tensiones que mantiene el caos en orden. Tanto, que parece que el puente es el que sostiene a la montaña, impidiendo que se cierre el barranco, y no al revés.