Tenerife, España
Viaducto Arco del Barranco de ErquesAdeje y Guía de Isora están cerca y, al mismo tiempo, lejos. Situados a los pies del inmenso Teide, la comunicación entre los dos pueblos se ve interrumpida por un abismo que, durante siglos, fue insalvable.
Ahora, un puente arqueado, suspendido en el aire, sobre el barranco de Erques, sobrevuela la historia de la isla de Tenerife. Observa, desde las alturas, los 13 kilómetros de una quebrada que es también hogar de plantas rupícolas, balos y tabaibas, y otras especies simbólicas de Canarias.
La obra, realizada por Ferrovial Construcción, consta de un puente arco que salva una luz de 110 m de tablero intermedio, suspendido mediante péndolas.
En el fondo del barranco, las rocas cambian de color. En función de las luces y las sombras del día son oscuras, brillan o se vuelven rojizas, recordando su origen en las entrañas de la tierra. Los verdes de las plantas destacan frente a las coladas basálticas que nacen de las cañadas del volcán. Allí abajo, el tiempo pasa tranquilo. El trajín de la vida queda reservado a las vigas y las péndolas que sustentan el viaducto del barranco de Erques.
Sus líneas son tan simples que parece que simplemente alguien lo ha dejado allí, posado sobre la cicatriz del terreno. Pero la ingeniería detrás del puente arco de 110 metros luz nos cuenta una historia más complicada, de arcos dobles, tubos unidos por diafragmas que se anudan en cada péndola de acero elástico. De una estructura de soporte con más de 500 toneladas de peso.
Colgando del metal arqueado, el tablero del puente se dispone como una parrilla de 92 vigas metálicas sobre la que se colocan las losas de hormigón armado que, en última instancia, soportan el ir y venir de vehículos.
Cuando se inauguró, a finales de 2015, el puente se convirtió en la pieza que completó el anillo insular entre Adeje y Santiago del Teide, conectado con el puerto de Fonsalía. Cada día, más de 10.000 vehículos lo recorren, ganando en tiempo y seguridad, olvidando el tiempo en el que los barrancos marcaban el ritmo de los días.