Extremadura, España
Lorem ipsumEl mundo está formado por partículas invisibles. Son elementos tan pequeños que nos cuesta imaginarlos y, aun así, son capaces de liberar tal cantidad de energía que hace falta desatar todo el poder de la ingeniería para controlarlos. Son los átomos que hacen posible la energía nuclear. En algunos casos, liberan tal cantidad de calor que es necesario usar un inmenso embalse de agua para enfriarlos.
Observada desde la distancia, la mayor parte de centrales nucleares del planeta destaca por sus grandes chimeneas coronadas por una nube de vapor blanco. Son las torres de refrigeración, necesarias para controlar la temperatura del agua, tanto la que se usa en la central como la que se devuelve, limpia, al medio natural. Desde el año 2012, la central nuclear de Almaraz dispone de 20 nuevas torres de enfriamiento para a asegurar que el agua que vierte al embalse de Torrejón-Tajo no supera los 30 grados.
Este sistema de chimeneas no ha sido la única actuación de Ferrovial en la central de Almaraz. La construcción de la losa Fukushima, una losa de hormigón capaz de soportar terremotos y proteger la integridad de los sistemas de seguridad, es otra de las obras más icónicas. De hecho, la mayor parte de actuaciones en la central en la última década ha buscado adaptar la instalación a la nueva normativa derivada del accidente de Fukushima en 2011.
Así, se construyeron nuevas cimentaciones para los equipos, así como una nueva red de canaletas eléctricas subterráneas, ambos con características sísmicas. Además, se levantaron nuevas torres metálicas resistentes a la actividad sísmica para el sistema de comunicaciones de emergencia, conocido como sistema TETRA.
Tuberías reforzadas subterráneas, sistemas de protección para la red de vigilancia ambiental, red de aguas pluviales resistente a los terremotos… Todo el poder de la ingeniería para confinar el poder todavía mayor de una partícula tan pequeña que durante siglos creímos que era indivisible.