Hubo un tiempo en el que los mercados cubiertos de París conquistaron el mundo. Avanzaba el siglo XIX y Les Halles inspiraban a arquitectos de todo el planeta para modernizar los centros del comercio de las ciudades.

Los pabellones de hierro y cristal de inspiración napoleónica se reprodujeron por toda la geografía europea y su influencia sobrevive en el presente.

Félix Navarro ya conocía bien París cuando le fue encargado el diseño del mercado de Lanuza o mercado central de Zaragoza en 1895. Con la fuente de inspiración clara, el arquitecto aragonés dibujó un edificio estirado de planta rectangular, separado en tres naves en las que la piedra, el cristal y el acero se fusionan. Sus arcos, sus esculturas inspiradas en la agricultura, la caza, la pesca y el transporte, sus medallones o sus retículas de forja son hoy un monumento a la modernidad del pasado. El mercado del Pilar fue restaurado por Ferrovial Construccción.

La idea de Navarro sigue viva en el mercado actual, que acaba de ser objeto de una delicada restauración. Durante los últimos dos años, se han recuperado los elementos con mayor valor histórico y artístico, como los objetos de hierro fundido, los zócalos de mármol de Calatorao o los 42 tarjetones ornamentales de esmalte policromado. Al mismo tiempo, se ha reforzado la estructura del edificio y, en particular, las vigas metálicas de la planta baja.

Las restauraciones, sin embargo, tienen mucho de actualizaciones, de integrar nuevas técnicas y materiales en las ideas y los diseños del pasado. La renovación del Mercado Central de Zaragoza también ha implicado la colocación de una nueva envolvente y un nuevo cerramiento con vidrio de control solar, la conexión con un futuro aparcamiento subterráneo o la instalación de sistemas de climatización.

Con Les Halles en la cabeza y el diseño de Félix Navarro en la mano, los mercaderes y los comerciantes han recuperado ya el mercado. El mundo ha cambiado mucho en el último siglo, pero la actividad entre las paredes de cristal y forja permanece inalterada.